un día más , pero no uno cualquiera

un día más , pero no uno cualquiera

A veces pienso que tanta tecnología me desborda, y cuando hablo de desbordar, me refiero no sólo a esa pequeña gota que cae incesante en un vaso, sino a ese sentimiento de angustia, de soledad, de dependencia.

Porque las tecnologías han hecho evolucionar al mundo en términos absolutos, pero si tuviésemos en cuenta todo aquello que va más allá del blanco o negro, todo el conjunto de emociones o sensaciones, hablaríamos de algo mucho más relativo.

Así me encontraba, divagando en mi mundo interior mientas capturaba una canción con estas maravillosas tecnologías, que aunque las critique, permiten conectar con cualquier frase de autores perdidos en la memoria, citas célebres que rememoren glorias pasadas o , en mi caso, hallar esa canción idónea que suena de la forma más inoportuna.

No sabría expresar lo que siento cuando descubro una nueva canción; para que os hagáis una idea, sería como si un desconocido te hiciese un regalo sin segundas intenciones, de manera totalmente altruista, que consiguiese despertar en ti sentimientos latentes, recogiéndolos de un pasado para traerlos hacia un presente en ebullición.

Lo mejor y más valioso, es que dicho regalo se convierte per se, en algo indivisible, indisoluble y atemporal. A partir de esos acordes que de repente un día sin más descubres, tu vida cambia sin pretenderlo. Aunque no lo sepas, tu día tiene más luz y tus horas más color, porque existen más sintonías en la historia que te sucede.

Por eso desde aquí, doy ¡gracias y mil gracias! a quien inventó la aplicación para cazar canciones, porque permiten montarme, en cortos períodos de tiempo (de tres minutos aproximadamente), algún pequeño desliz con pasiones desbocadas, o conectar con recuerdos casi inexplorados.

La música, al fin y al cabo, es como tu gran amor. Aunque no lo escuches, aunque creas que no lo sientes, con unos pequeños retazos vuelve a acelerar el ritmo pausado. Todo es cuestión de saber tocar las notas adecuadas, para ir al mismo compás, para no olvidar la letra y para nunca nunca, dejar de emocionarse.

Y todo esto me preguntaba yo, entre las cuatro canciones descubiertas hoy, mientras me dirigía al trabajo en el abarrotado metro. Observando a la gente, me preguntaba si serían tan felices como yo durante esos momentos. Algunos me miraban con desdén, otros sin embargo, te veían sin mirar, de forma esquiva y fugaz, intentando escudriñar cada diminuto detalle.

Miradas cómplices, miradas apagadas, miradas tan llenas de vida que jamás apostarías a que perdiesen su fulgor, algunas mantenían una fuerza voraz suscitando deseos inapropiados para la hora y el contexto. Tantas y tantas vidas que podrían dar lugar a tantas interpretaciones que sería difícil explicar con palabras humanas; porque a pesar de la complejidad del lenguaje, existen ciertos matices del corazón que resultan inacabados si se expresan en voz alta. Por eso las miradas hablan y dicen cosas que jamás podríamos pronunciar y debemos conformarnos con ser lo que somos mientras miramos.

En cierto modo, la música se asemeja a la mirada, ambas dicen más de lo que quieren decir y van más allá de donde quieren llegar. Por eso si alguna vez recibes una buena canción acompañada de una mirada que la presente, sabrás que has recibido el mayor de los regalos existentes.

Tantas señales se me escapaban, tantas visiones que me confundían…que hacían llenarme de curiosidad por conocer qué había detrás de cada una de ellas.

Ojalá existiese una aplicación de móvil para poder captarlas, para poder descifrar todos los misterios que acontecen al ser humano, quizá lo descubramos en menos de lo que esperamos.

Pero hasta ese momento; quédate con mi mirada cada vez que nos cruzamos por la calle; quédate con mis pupilas, que se fijarán en ti si te acercas más de la cuenta; quédate con tantas frases de amor que irán conmigo y nunca te diré, pero que escucharé en canciones mientras vaya de camino al trabajo; quédate conmigo, con un desconocido que siempre fui y seré.

Quédate , o no te quedes. Porque quizá interprete mal tus miradas, porque hoy estés más triste, porque te sientas vacío o perdido o sólo llueva en la calle y se te encoja el corazón.

Quédate con lo que quieras quedarte, pero por favor, lo único que te pido, es que nunca dejes de mirarme.

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