Él ya estaría tomándose un daiquiri en el malecón, y yo mientras tanto, perdida, sumergida en mis pensamientos. Sabía que así no iba a producirse ningún cambio, y haciendo un esfuerzo decidí irme a dar un paseo, cerca del mar, su olor, la mirada en el horizonte, recordé viajando en el tiempo, aquella tarde de playa, cuando perdida y paseando por la orilla, con aquel bañador rojo, dos listas blancas, un cuerpecito de siete años, desorientada con tanta gente y sin poder correr a tus brazos, y decirte:
Cucu, aquí estoy abuela.
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