El 22 ya es historia.
Puse la ficha sobre el número que tenía más cerca y…
¡22 negro,par y pasa!
Recogí las fichas y las volví a colocar en la misma casilla.
¡¡22 negro, par y pasa!!
Guardé la montaña de fichas en una bolsa que me facilitó el casino, mientras cerraban la mesa de juego.
Como en todos los cuentos desperté de mi sueño. En esta ocasión con un ligero dolor de cabeza, una señora desconocida en mi cama y en la suite de un hotel con vistas al mar.
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