Él ya estaría tomándose un daiquiri en el malecón si no se hubiese descubierto su trama. Tras años con el cartel de «se vende», decidí comprar la casa. Margarita Pérez, agente inmobiliaria. Sentenció con un apretón de manos, tras realizar todos los trámites, acordamos la entrega del depósito en la entidad pertinente. Antes, salí a tomar café. En la mesa contigua, dos hombres conversan. Mañana tendré el dinero, reservé los billetes para Cuba. Giré la cabeza, al verme, se puso nervioso tirando el contenido de la bolsa, dejando al descubierto la peluca y su falsa identificación.
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