El veintidós ya es historia, lo pienso mientras cierro la maleta que llevo de viaje a otra ciudad con más oportunidades. Aquí dejo sentimientos encontrados, vivencias compartidas entre tres generaciones y momentos tristes que me precipitaron a episodios depresivos. Miro de soslayo por la ventana y veo policías pertrechados, funcionarios de gesto adusto y un mar de ciudadanos —hoy mis héroes— portadores de pancartas con una sola palabra escrita…PAH. Salgo del portal y miro hacia el número por última vez, lloro de impotencia mientras me aproximo hacia ellos, para fundirme en un abrazo con la marea de camisetas verdes.

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