El Veintidós ya es historia.
Perdimos el contacto con el transbordador a la altura de Dione; por suerte, el acervo genético y cultural está bien repartido entre todas las naves, así que la pérdida no es irreparable.
Sin embargo, su ausencia nos pesa.
También nos pesan el Catorce, que decidió regresar para extinguirse con un Tierra moribunda, y el Ochenta, que sufrió una avería en los motores y quedó varado antes de llegar a Júpiter.
Elevamos una plegaria por los que se han ido. Seguimos adelante por los que están por venir.
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