-A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir- pensó Lucia, mientras veía como los cuidadores abrían la jaula.
La pequeña leona olfateó los viejos barrotes, el nuevo terreno y la libertad que se extendía sobre el pastizal africano.
Lucia la despidió en silencio y subió a la camioneta, rogando que el viaje de vuelta sea rapido. Quizás así, la ausencia ocuparía menos espacio.
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