A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir, querido Micifuz. Atrás quedan nuestros viajes románticos por tantos países, haciendo pinitos por los tejados de Nôtre Dame o saatando por las tejas de Neuschwanstein.¡Qué felices fuimos! hasta que llegó la mosquita muerta esa, que te engatusó con sus ojos dispares y su pelo de angora. Ella fue la que me empujó cuando me caí de la torre de Londres. Me rompí siete costillas, el espinazo y el rabo. Gracias al tratamiento con sardinas resucité. Ahora me voy de picos pardos. Hasta nunca. Tu ex Siamesa.

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