A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir- sentenció San Pedro, devolviéndola
ofendido a la tierra. Carlitos, azuzaba entretanto el cuerpo inane del animal con su mano
gordezuela y convencido de que ya no servía para jugar, metió a la gata en el cubo de la
basura. Sin acabar siquiera la operación, Rosita saltó sobre su espalda y disparada hacia él
como un resorte, le clavo sus uñas en el cuello. Carlitos se la sacudió como pudo mientras
miraba a Rosita fijamente, sin comprender. Corrió nuevamente hacia el cubo de la basura
donde esta vez metió su camión.
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