Te regalé una bonita sonrisa de joker antes de atravesar el espejo que me transportaría al Jardín de las Delicias. No tendría que hacer paradas porque mi enorme falda roja llena de secretos y hombrecillos del pasado más valientes que tú, se elevaría segura sobre los patios de excesos, vanidades, y decadencia del siglo XXI.

Viajaría hasta alfombrar un nuevo Jardín del Edén. Uno sin demonios escondidos y en el que no tendría que arrodillarme. Un paraíso exento de caricaturas y traumas donde, libre de pobres psicópatas como tú que se creen graciosos, bailaría al final de la escalera.

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