Te regalé una bonita sonrisa de Joker. Es lo único que te vas a heredar, hijo. Cuando te pedí que no me dejaras en esa residencia cutre con esos servicios que nadie hubiese podido llamar básicos, no te importó olvidarme por completo. Cambié entonces el titular de todos mis bienes sin que tú lo sepas. Mi última lección para ti es la sorpresa con la que te aprenderás a vivir de verdad. Mi carcajada es mi único consuelo de esta paradoja típica antes de partir por la puerta principal de mi existencia con un pañal patético. Llámame un padre loco.
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