Te regalé una bonita sonrisa de Joker mientras el avión despegaba. Son mi especialidad. Camino de Venecia. La decrepitud y elegancia italianas en una ciudad única de inverosímiles calles acuáticas con puentes de piedra o de madera. Unos turistas más atravesando la plaza de san Marcos. Me paré, te lo tenía que decir: «Yo, lo siento, ya no te quiero como a un marido» Empezaste a hablarme pero me fui porque no te escuchaba. Tiré mi máscara de Joker en la primera papelera que encontré. Todavía quedaban dos semanas para Carnaval.

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