Te regalé una bonita sonrisa de joker y subí al avión, preparado para conocer el mundo y no volver a mirar atrás. Recorrí lugares insondables, conocí personas inspiradoras y otras no tanto, estuve en el cielo y en el averno. Encontré miradas esperanzadoras, tristes, vacías, inmaculadas, otras inmarcesibles, sabias, impenetrables, y miradas alucinantes de aquellas en las que uno desea perderse.
Pero nada se pudo comparar con mi tierra querida, aquellos amaneceres, tu aroma a orquídeas, café y caña. Ah mi patria boba, cómo me dueles en el alma, ojalá pudiera regresar a ti.
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