Te regalé una bonita sonrisa de Joker.
Probé con un hondo bufido ofendido.
No te diste ni cuenta. Mirabas la televisión, tumbado en la cama del hotel.
Me removí incómoda en el sillón, haciendo todo el ruido posible.
Di vueltas por la habitación, como una fiera enjaulada.
Finalmente, con aire resignado, te levantaste de la cama diciendo:
-Venga, no seas impaciente, que vamos a hacer todo lo que tienes previsto: museos, monumentos, ambiente callejero y la ruta completa de tu guía de París. Pero ya sabes lo que pienso: en los documentales se ve todo mejor.
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