“Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro”.
Comenzaba así el más arduo relato que nuestro ángel de la guarda escogía, de entre los mil y un recuerdos que sostenían su memoria, para amenizar aquellos gélidos atardeceres berlineses. Escuchábamos atónitos sus palabras mientras la piel poco a poco se erizaba, suplicando en voz baja que nunca se apagase su último aliento. Y continuó:
“La noche del 9 de noviembre de 1989, el deseo de viajar más allá del muro se convirtió en realidad. Desde entonces, aires de libertad y tolerancia eran palpables en el ambiente”.
OPINIONES Y COMENTARIOS