Pensé, mientras el coche se lanzaba contra el muro, en todas las noches que Lorena había cenado sola mientras yo me desvivía por hacer rico a otro. En todos los aniversarios fallidos. En aquella docena de rosas arrepentidas que me lanzó a la cara antes de irse. En su maleta serpenteando tras ella hasta el ascensor donde la vi por la por última vez.
Justo antes de eclosionar dentro de aquel coche, antes de llegar a la última parada, pensé en el viaje que me había perdido.
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