Lástima que no haya billetes para maniquíes, ya que observo como ansías las aventuras que escribes, pero no las vives.

Sanar todo este dolor que padezco, mientras inmóvil permanezco. Dejarte viajar libre y grácil como antaño y yo poder subir a cielo, es todo cuanto anhelo.

Olvidaré esta horrible travesía cuando desde arriba empuje tu velero y guíe tu sendero.

Nunca olvides que te quiero.

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