Pensamientos en una cita

Pensamientos en una cita

Ema UB

11/02/2020

No debí venir a sabiendas de que siempre ocurre el mismo procedimiento histórico,
estoy empezando a sentir cierto tedio respecto a este comportamiento tan predecible.
Ya no vive en mí la esperanza de encontrar animales diferentes, todos siguen el
mismo camino, parece que existe algún manual muy popular del que todos gustan
copiar. ¡Que pereza!

Iniciar una conversación sacando a relucir una de las virtudes poco
presentes en la raza humana, me llevó a levantar el entrecejo en una especie de
construcción de puente de distanciamiento, de esos que no sirven para comunicar,
más bien que se colocan para que nadie ose cruzar por el riesgo de morir durante
el cambio de expresión. Inmediatamente caí en cierta duda, y los estados de la
duda crecieron implacables cada vez que mencionaba “es cierto” “en verdad” “ocurrió”
“estuve ahí”, he de decir que el famoso sesgo de confirmación le estaba jugando
a la inversa.

Es cierto, no creo que todo lo que hayas dicho sea verdad, a pesar de tu enorme
insistencia, lo siento, no confiaba en ti y nunca te creí una sola palabra.

Sin embargo, decidí quedarme un poco más de tiempo para escuchar tus
verdades a medias tintas y para inventar una tarde que ya se veía desgastada
desde ayer. Al día de hoy me parece interesante analizar la naturaleza de tus
mentiras.

Me pareció interesante tu estrategia de convencimiento de un amor que acababas
de inventar hace un par de segundos, pero yo, yo no te quiero para algo más que
no sea analizar lo que intentas hacer conmigo, yo solo quería usarte para medir
mi lado más hipócrita de que puedo salir airosa una y mil veces de encuentros
de este tipo.

Seguías mintiendo y yo seguía fingiendo que me interesa, la realidad del
caso es que no, no me interesabas y no me interesaba lo que tenías para contar,
debí decírtelo desde el primer momento, pero yo también estoy aprendiendo de
este arte de mentir para convencer a los demás.

Una vez más reiteras de tu encanto por mi persona. No, no es cierto, tú no
me quieres como persona. Lo que quieres es saciar tus necesidades sexuales con
mi cuerpo, después de una o un par de noches todo volverá al inicio; fingirás
no conocerme y yo habré pensado que algo especial ha nacido, pidiendo
explicaciones absurdas del por qué te alejas, por qué me dejas, por qué no me
quieres y un montón de mierdas nocivas para mi salud mental.

Probablemente me estoy adelantando demasiado a los hechos, pero esto es así,
esto es como es y no tiene adornos por ningún lado, ni rosas rojas, ni cenas,
ni vinos, ni cine, ni clichés estúpidos. Esto tiene sabor a café de las cinco
en una cafetería casi vacía.

Estás mintiendo, ya lo he visto y escuchado antes. No, no me quedaré hasta
el final de la noche, no, no tendremos sexo como lo has planificado y no, mucho
peor te besaré.

Mi desazón sigue siendo la misma, aunque te llenes la boca diciendo que no
quieres mi cuerpo, que no quieres un beso, repites tanto la misma idea que nace
en mi cabeza que eso es en realidad lo que quieres.

Lo siento, debo irme, debo dejarte, la cafetería está a punto de cerrar y
yo, yo estoy un poco harta de escuchar tanta mentira disfrazada con psiquis de
sinceridad. Espero que encuentres pronto a tú próxima presa. Espero que puedas
conseguir una noche de buen sexo sin compromisos, aunque deberías invertir y
contratarte una puta, creo que os saldría mejor.

Me despido.

Atentamente,

Tu cita de un sábado a las cuatro de la tarde.

Etiquetas: cuentos

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS