―Lástima que no haya billetes para maniquíes, querido Pinocchio, tendré que viajar solo a conocer el Vaticano.

―¡No soy un maniquí, soy un títere! Podrías meterme en tu maleta, Geppetto. Parece que no quisieras llevarme… ¿Te doy vergüenza?

―Pues sí, cuando mientes y te crece la narizota me da algo de vergüenza…

―Prometo no mentir.

―Je, je, no te creo. Pero aunque así fuera, no puedo llevarte: imagínate si vuelves a convertirte en humano de repente, justo allí, que están en alerta con estas cuestiones de los curas abusadores, ¿cómo haría yo para justificar que llevo a un niño indocumentado?

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