En esta maleta no cabe casi nada de lo que un día creí necesitar. Al marcharme el dolor me desbordaba, con sigilo huía de mi depredador al que un día le concedí la tranquila certeza de la eternidad de mi amor. La prisa, la urgencia de salir de allí era lo único que me importaba. Dejaba atrás años de sumisión, dolor y lagrimas infectadas de infidelidades. Tenía que ser capaz de trascender los estrechos limites de mi existencia llena de desolación, para cerrar el candado de mi maleta, ahora vacía.
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