En esta maleta no cabe casi nada. La desesperanza es muy vaporosa y ocupa mucho lugar. Claro que, se puede comprimir con algo de esfuerzo y dejar sitio para el diccionario español-japonés que necesito para comunicarme con los monjes de Kennin-ji. En realidad, para ir a meditar a un templo zen de Kioto no hace falta mucho equipaje. Mejor dejo fuera el miedo a la soledad y el vestido fucsia de tirantes. ¡Ah! ¡Que no se me olvide! Necesitaré un poco de coraje! Voy a comprarlo a la farmacia y con él podré cerrar la maleta, por fin.

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