Una voz angelical alertó a las mujeres que miraban a través de los enormes ventanales del transportador espacial. ¡Señoras! ¡Óptimas noticias desde el Paraíso! ¡Nos informan que el viento solar ha amainado y que el aterrizaje será placentero! ¡Por favor, abróchense sus cinturones! – continuó la voz.

De pronto, una alarma estridente sonó tapando la voz angelical. ¡Hombre a bordo! ¡Hombre a bordo! – repitió la alarma.

Sonaba el despertador, cuando un beso y una caricia avivaron sus ansias mientras los grandes ventanales del transportador espacial se hacían añicos por el viento solar que arreciaba.

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