En esta maleta no cabe casi nada. Fueron sus últimas palabras al cruzar la puerta.

Todo quedó atrás: sueños, ilusiones, hijos, esposa, trabajo. ¡La paz se diluyó como el agua entre los dedos! Gruesas gotas de sudor cubrieron su rostro, haciendo con ellas un charco en el piso. El hombre que cruzó el umbral, era muy diferente, al que hace meses la vida sonreía.

¡Bastó un sobre con un extraño epitafio, para hacer de su radiante vida, un piélago de dolor, miseria y muerte!

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