En esta maleta no cabe casi nada- eso no lo pensó el ratero, cuando en un descuido y bajo la hipnosis arrobadora del sueño, me la arrebató delicadamente, huyendo gozoso entre los pasajeros que poblaban el andén del ferrocarril. Ese fue mi primer encuentro con la ciudad de mis sueños, desde ese momento, experimenté la interesante sensación de que este episodio vacacional, iba a estar condimentado con pequeñas aventurillas extremas, que me transportarían a lo más alejado de mi rutina cotidiana.

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