Lo tenía en el bolsillo derecho… Quizás en la cartera o se cayeron en el taxi cuando saqué mi billetera? ¡No lograba encontrarlos! Fui conminado a bajar del tren. Hasta allí mi viaje espiritual. Avanzaba avergonzado por el pasillo y llamé a mi madre para informarle que debía cocinar para dos y además para disimular lo embarazoso de ser expulsado del tren.

Cuando relataba mi forzado cambio de planes, mi santa madre interrumpe diciendo:

-¿Miraste en tus calcetines?

y claro que ahí estaban! Yo mismo los puse ahí antes de abordar el taxi.

Así partió todo… Ahora comienza el viaje.

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