Cantata para labial rojo y lengua viperina

Cantata para labial rojo y lengua viperina

Cantata para labial rojo

y lengua viperina

Allegro assai velenoso

Rossetto mortale

A tempo

Puro veneno,

armonioso,

labial rojo y beso

de la muerte.

Besos. Besos.

Pequeña taipán roja

asida de su lengua

cuando Nin Puabi

entre la música

de las liras de Ur,

asió con blanca mano

al universo sumerio

de la muerte cosmética.

De ese modo, los mitos

cuneiformes se esparcieron,

reptando imperceptibles

hasta las rojas arenas

de las antiguas piedras

ceremoniales,

bajo la atenta mirada

de la esfinge risueña.

Albayalde, te convoco.

Ya lo hizo Teofrasto

quien, sobre los renovados

lomos de las piedras,

te bendijo

mucho antes

que pequeños escarabajos

(peripatéticos e iridiscentes)

marcharan por el misterioso

cráter en la luna

roja de sangre

que, desde entonces,

aterroriza

a los pusilánimes

con el fin de los tiempos.

Purísimo veneno.

Taipán.

Taipán interior,

en cada corazón

enrollada

atesorando

su mordida

pecaminosa.

Vanidad

de los pecados

capitales

que gota a gota

inocula

su veneno mortal.

Cien hombres

se rinden a tu mordida

y mueren como ratones.

Dejan escapar

húmedos estertores

de sus rudos pulmones

y así suena

la última

y fúnebre música

del fondo

de sus gárgaras,

hasta que el ceremonioso

cortejo funerario

los hunde en su tumba

definitivamente.

Memoria

apasionada

de la pederastia,

kataphilein1

de la pequeña

y erótica víbora

que, con su bífida

lengua, descubre

cíclicamente

el desnudo

de Bagoas

danzando rojo

su contorsión

eunuca

al rey conquistador

sumido en sueños

de amor hasta

su joven muerte.

Besos de la serpiente

elevada en el desierto.

Gloriosa ataca

con sus roja mordida

y con la bífida lengua

masculina

lame las heridas

de los extraños

caminantes.

Besos de bronce,

enarbola la serpiente

Moisés que la reparte

como amuleto

contra la muerte

mientras vagan

los desterrados

hacia la tierra prometida.

Labial rojo

de las dulces

hormigas ciegas

caminando

sin otro destino

que devorar

las plantas griegas

antes de ser fécula

de besos.

Siglos después,

polvo real

en las leves comisuras

carmines de las bocas resecas

del Imperio;

pasta ceremonial

del beso rojo,

intensamente rojo

de la pálida Isabel primera

cuando decapitó

a María Estuardo

y untó los labios

con su sangre.

Cuando acabó el desierto

y los reinos

escondieron sus guillotinas

en los anaqueles

de las bibliotecas,

estampó Puig el beso

contemporáneo

de la mujer araña

y las boquitas pintadas

de Peggy, Betty, July, Mary

rubias de New York.

Taipán angelical

de pubis rojo,

húmedos,

nerviosos

labios rojos,

carnosos,

lúbricos venenos

amatorios.

Puro veneno,

armonioso,

labial rojo y beso

de la muerte.

Besos. Besos.

De los políticos,

de los diplomáticos,

de los militares.

Pequeñas taipanes rojas

en trajes de gala

y coloridos uniformes.

Ellos, la lengua en dos

a cada lado del beso

venenoso, donde sentir

el sabor carmesí

de la última muerte

entre los dientes.

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1) En griego, beso apasionado.

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