Recuerdo ese día hasta el día de hoy. No podía parar de observar aquellas manos que con tanta delicadeza se deslizaban por aquellas teclas de piano ya olvidadas y desechadas.
Jamás nadie pudo apreciar tal talento el tuyo de crear melodías llenas de alegría y tristeza, creando en mí, el sentimiento de nostalgia y esperanza a un futuro tan lejano.
¿La tristeza y desesperanza terminaron cegándote? No encontraría otra respuesta al porque el amor y pasión que abundaban en tí, hayan sido reemplazadas por el odio y rencor hacía lo que llamabas «Tu Sueño».
Las arrugas ya no me caben, sin embargo la duda de saber el paradero de aquel desechado sueño interrumpe mi pensar.
No espero una respuesta, menos un reproche, solo espero despertar en ti el deseo de volver a tocar, sentir y acariciar aquellas tristes teclas con el deseo de ser escuchadas.
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