Parece ser que la mentira
fue mentira.
Que mi verdad,
resultó no ser verdad.
Parece que las luces de tus ojos
han encontrado un espejo
en qué poderse reflejar.
Podría decir que me alegro,
pero niña
sería mentirte,
y ese castigo lo reservo para mí.
Podría admitir que he llorado por tu sangre,
que con tus gotas me calaste,
que tu ausencia fue mi lastre.
Pero no voy a hacerlo,
has de saberlo.
Si algún día lo digo
será a través de este cuaderno.
No pienses que lo hago por orgullo,
éste último se hizo tuyo
el mismo día que entraste por mi puerta.
El mismo que probaste mi sofá
y te di mis libros.
Que probé tu silencio,
y no tus labios.
Solo deseo una historia al revés,
en la que no nos conocemos
o en la que lo hacemos bien.
En la que el poeta no tiene pasado,
y donde la dama
es dama,
y guarda hojas de ciprés.
Malditos seamos seres que sentimos,
dando vuelta
a los caminos
de lo sencillo y el bien.
Malditos sean los sábados de resaca,
los recuerdos como estacas
y las horas de dolor.
Amor que te transformas en rencor
no permitas
que se clave,
tu cruda y seca voz en la inocencia.
Inocente y pobre niña,
ya es bastante triste tener que engañarte
en el cuerpo de un timador.
Siento pena de ella,
no puedo odiarle.
Su piel ya tendrá bastante
cuando la mentira arda.
Me temo, para entonces, que será muy tarde.
Que mis pupilas cobardes
no te vuelvan ver pasar.
Tú que fuiste Luna,
¿cómo te engañaste
en la luz de una estrella muerta,
dándole la espalda al Sol?
Quizás porque eres Luna somos condenados
a sólo juntar las manos
en los minutos de eclipse.
Y hasta que ese día llegue
sobrarán veranos,
y mi cuerpo irá a dormir
tras observarte a lo lejos.
Estas son mis mentirosas esperanzas.
No volverás, noche, a mí espalda.
Mi última luz, aquí dejo.
OPINIONES Y COMENTARIOS