Parada frente a la clase, como quien se asoma al abismo dudando entre frenarse o dejarse caer. No era una mañana más. Sabía que al comenzar a leer mi relato ellos lograrían entrar. Y no sólo penetrarían dentro de mí y todo mi universo, sino que serían parte de él. Entonces ya nada sería igual, yo ya no sería el punto final sino parte de esos puntos suspensivos. Mis manos sudan, mis rodillas tiemblan y mis labios aún están sellados. El tiempo apremia, ya no hay salida. Leo mientras ellos me leen.

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