Una habitación de paredes blancas sin ornamentos.En el centro, una mesa oscura dejada caer sin miramiento. Alrededor de ella, junto conmigo, diez personas que me son ajenas.Sus comentarios me resultan tediosos, sus obras carentes de interés.No volveré, me digo a mí misma.Pero entra él.Parece que la estancia adquiere otra tonalidad.La calidez de su voz fija mi atención.Su poema me reconcilia con la literatura.¡Menos mal que me inscribí en este taller literario!

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