Es una especie de acto involuntario, como el estornudo. Uno no elige cuando estornudar. El impulso me domina varias veces por día. Me sucede en el trabajo, en la cola del supermercado o cuando estoy a punto de dormirme. Si pudiera evitarlos no estaría aquí, pero como le decía, profesor, son estornudos.
El profesor bajó la mirada para revisar las líneas que le había entregado y con voz pausada me dijo: No está mal, por el momento sigue estornudando, el estilo llegará con el tiempo.
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