Condujo temprano hacia el trabajo. Pensó que era cruel y absurdo tener que atravesar el sueño y la noche.

Al salir, contempló como el día había cambiado. Se colaba polvo en suspensión, procedente del Sáhara, tan próximo y tan lejos. Tímidos rayos de sol consiguieron burlar las nubes. Se impregnaba la atmósfera de un color sepia-anaranjado, impactante.

Trasiego de almas y cuerpos. Tantas personas, tantas historias.

Miraba y veía, lo visible y más allá.

Llegó puntual a su cita con la escritura.

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