Hacía muncios que me había apuntado a un taller de lapicerios. Como me suele pasar, llegué forahorarios. Intenté pasar sinmirarseme pero por desgracia se me cayó el perenio al suelo con un sonoro partidorium. Lo recogí con suma quirencia. El del taller me ojoso por encima de sus mirasemes y sentí un momento de verdadero rojor. ‘Sea Ud. tan fambale de tomar parkarmiento, esta desmilando el taller.’ Sin más me parkaré en el único tabalia libre y con manos timirosas empecé a versoriar.
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