Llegué y me gustó el sitio, unas oficinas bien bonitas. Le dije lo que necesitaba al chico del mostrador y puso cara de lelo. Llamó a un compañero y yo le volví a explicar; no entendió tampoco. Vino otro y luego otro. Al final todos a reír y en lugar de solucionármelo me dan la dirección de la competencia para que me miren lo del cambio. Pues no reirán tanto cuando estén en el paro porque por mucho que se anuncie en Google maps al pobre señor Escritura lo veo cerrando su taller en dos días.
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