Y al ver la densa niebla, ¡temblé como conejo!
Pero con esa voz firme y llena de sabiduría, preguntó él —
¿A qué le temes tanto, hijo?
Pues a la niebla, a no poder ver a través de ella —le respondí—
La niebla, será tu mayor prueba, ya que lo demás, se aprende; aun más, vencer pues la niebla, será tu primera gran lección de escritura —él concluyó—
Y cuando crucé la niebla y vi su rostro, quedé atónito; entonces, me miró y me dijo —un gusto conocerte, mi nombre es Jorge Luis Borges.
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