Cuento los pasos de papá; su gorra nos sirve de guía en la noche. Tahêr y Utba van a cada lado, vigilan que no caiga entre las vías de tren que nos llevarán hasta Budapest. Muchos nos acompañan, no mamá. Papá me dijo que a ella no le gusta viajar, que prefiere esperarnos en Alepo; mientras, me ata al cuello la bufanda blanca de ella, la que hizo abuela. Pero yo sé que mamá nunca se separa de su bufanda blanca.

Terminada la lectura, miro al profesor del taller. Asiente.


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