La razón me decía, y me decía que me alejara, su labia, su sonrisa me lo volvía a repetir. Pero el corazón me impulsaba en creer en aquello llamado amor y sus palabras tan dulces me impulsaron hacerlo. Esa noche no solo deje mi pureza en su cama, también mi ser y esa inocencia que aun me impulso a creer en eso llamado amor. Ahora no recibo palabras dulces, sonrisas, ni amor; nada, eso recibo nada, ni una mirada a lo lejos.

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