Él estudió a la mujer tras el mostrador en aquel bar. Era perfecta, casi artificial.»Barbie atiende un bar» Es ella -se dijo-.

Por 5 vez el hombre enfundó sus manos en guantes y esperó sentado en una esquina. Tras el último cliente entabló una corta conversación con la mujer detrás de la barra. Y como había hecho 31 veces atrás deslizo su mano enguantada por la cintura de ella y en un giro enérgico la estrechó entre sus brazos, la beso suavemente, y con un gesto casi tierno le rompió el cuello.

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