Salió como una caja negra de un avión que se estrelló, ese momento único de sufrimiento atroz que marcó mi vida.
¡Apenas a mis 30s lo pude descubrir!
Empecé a llorar, pensé en el suicidio, pero me dije «soy fuerte, esto también lo superaré».
Cogí lápiz y cuaderno. Empecé a escribir a mi niño interior, a consolarlo, a quererlo como nunca nadie lo hizo. Lo abracé toda la noche. Hablé con él cual padre que jamás tuvo.
El libro de niño interior ya lleva 200 páginas. Sigo escribiendo y sanando…
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