Y… aquí estoy… pariendo prosas y versos en espectáculo obsceno mientras observan mil ojos voraces dispuestos a la deglución.

A veces pienso: Exponerse en el taller de escritura es como hacer el amor en un estanque de pirañas. Solo quedarán tus huesos.

Mas, me recompongo y arremeto diciendo: «¡Salud!, hombre de Dios, mata y escribe.»

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