Dicen que los talleres de escritura son muy útiles, y no lo dudo, pero cuando yo escribo no busco que me lean, sino que me sientan. Por eso cuando me dispongo a escribir, no abro un cuaderno para plasmar palabras. Abro mi corazón y dejo que mis sentimientos vuelen libres.
Sin embargo, mi corazón está blindado, y en ocasiones pierdo la llave. Salgo a la calle en busca de una cerrajería y veo un letrero que dice “Talleres de Escritura”. Entro y encuentro mi llave … justo ahí.
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