Estoy malogrado, triste desconsolado he sentido lo ocurrido con la carga y mi desprecio, forzado a abandonar la voluntad de protegerlos con mi cuerpo.

Siento la nostalgia de ayeres, del viento que derramó polvo en mis pestañas, del sol que al brillar desmejoró el rubor de mis mejillas, la lluvia sin piedad que no pude detener y lastimó mis pies, mi cuerpo y la protección de mis pensares.

¿Por qué mis pensares? mi alma rota en total, aún siendo de acero aleada con el gris grumo vertido con pureza, de la profundidad de la madre.

Quizá no me vuelvas a ver como el día que derramé frescura a mis amigos secretos, el matrimonio que vio renacer sus ilusiones en mi interior, mi corazón estaba con todos los seis, mucho más en el tercero hacia la calle, los restantes por supuesto que los quiero, los he amado desde que empecé a transitar los días, los meses, los años, las fiestas, los amores, los desamores, lo sinsabores.

Alguien debió morir conmigo pero no tuvo la bendita suerte, se fue antes, el tiempo no le dio la esperanza de estar a mi lado, recuerdo las melodías que al sonar su piano las notas de encanto por la ventana salían, o era tal la fuerza que atravesando paredes prendían la melancolía, que a mis quereres la nostalgia abatía, purgando en mi corazón y mi mente aquellos recuerdos perdidos.

Pero no todo está perdido, alguien vendrá en mi lugar, al que tienes que aprender amar con nuevos amores, en los segundos que se harán presentes, los que con efímeros pensares, recorrerán, transitarán el arco iris de una nueva huella, que aunque desconociendo la planicie, el significado sublime vendrá cuando tu corazón madure al encanto.

¿vendrán esos tiempos? Quita esa duda, obtén la verdad recorriendo el rastro del ave fénix, cuando surca el espacio marcando el futuro.

¿Que fue lo que perdí? Pudo haber sido el tiempo ocurrido por dos siglos, soñé con los que dentro de mi lloraron, se lastimaron, diseñaron, se desanimaron, se armaron de valor, triunfaron, lo mejor, los que mucho amaron con momentos in borrables que se fue con ellos en este tope infinito.

Vi sufrir enfermedad en tiempos de frío invernal, quizá los lamentos jamás podré olvidar, pero hubo alegrías de recuperación, hubo algarabía de cercanos, sus amados, los agregados junto al catre del que nunca se apartaron, el reino los unía a su ama a su amo, no necesitaron esfuerzo para estar siempre en disponibilidad de ahuyentar soledad que quisiera empoderar la mística.

Una campanada del reloj de la iglesia tal vez hubiera sido oportuno oír, pero dada la modernidad, mis mejores amigos que tanto quería, no escucharon el ruido de alarmas, confiaron en lo que hacían, ¿que eran lo que hacían? no había reloj para cejar emociones dentro de la computadora, el celular, la tableta del bebé querido.

Cuando sentí la primera sacudida, pensé en ustedes, era tarde para prevenir las siguientes sacudidas que fueron temibles, empecé a perder mis nervaduras, mis mejores músculos estaban sucumbiendo ante la catástrofe, por fin me derrumbé acabando con todas mis ilusiones, siento que ustedes se desplomaron conmigo.

Hay rubor en la mirada, los vivos que nos aprecian, los que simulan sentimientos, de los incrédulos la excusa, los que miran la tragedia con desdén porque tienen la grandiosa oportunidad, los que dan las noticias, la cruz roja. ¿Qué fue lo que pasó?

El terremoto que destrozó mis ilusiones, inservible para la mitad de mis amigos, que tanto me quisieron, que me ornamentaron, me pintaron tantas veces, hicieron las mejores fiestas con matrimonios de blanco en mi interior. Fue maravilla.

Ahora veo los cuerpos de quienes ayer mismo degustaban su sopa en mi interior, del niño que lloraba, del perro que jugaba, de la nena que iba a la escuela y hacía su tarea en mi ventana viendo los jardines, doña Mirtala, ahora ya no está presente, quien va alegrar con nuevos chismes a la comunidad que un día adornó el espacio dentro de mi ser.

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