GEORGE SAND
El cigarrillo en la boca
El frac dispuesto
Como una última cena:
(Tápate que viene la candonga)
Ese olor a perfumes agridulces,
(Casimiro, abre las cortinas y esfúmate)
Mientras tanto, ay mientras tanto,
Chopin seguirá el teje y desteje
Del próximo nocturno que verá
La luz después que haya muerto.
El sudor que se quedará desplazado
En la frente llena de bucles
Del artista enfermo.
Hoy canta una voz por las ventanas,
(Hugo no vendrá a la cita.
Su gusto por la prosa pueril
es deprimente)
Pero ese verso de De Musset:
J’ai perdu ma force et ma vie,
Le llenará de ese morbo que ahora
como una vieja loca, corre desatinada
Por los pasillos
De la estancia.
Aurora, Aurora, la abuela
La lanza hacia una nube
Ella con la última novela de Austen
Gritando, suplicando por los ángeles: vengan por mí, carajo.
Aurora, le dijo:
¡Miserable serás…por toda la vida!
Entre tanta novela que escribirás
Se notará solo tu angustia.
Serás un fantasma en vida
Para siempre.
En Mallorca se enamoró de un puerco,
Al piano del polaco le abatieron siete aguaceros,
La vuelta a París
Dejó un largo sueño
Entre tisis y escaparates…
Al final, en su casona de Nohanc Vic
Se le aparecieron dos monjas
-Dios nos coja confesados-
Muertas de llanto,
-Todo por la gloria-
Muertas de espanto
-Miserere nobis-
Que la acompañaron cantando
Un aleluya final
Hasta llegar al cementerio.
KATSUKO SARUHASHI
La sirena oriental se ha colado
Bajo un manglar a observar las olas
Mientras se chupa un dedo
Amarillento de tanto abrir y cerrar
Los gabinetes del laboratorio geoquímico.
Hoy de todos los días,
Viene preparada para entrar por una orilla
Del Mar de Okhotsk
trayendo consigo un pluviómetro,
Una enorme probeta,
Y uno catalejo…
Está dispuesta a explorar el fondo de los mares:
Las regiones batiales y abismales
Hasta llegar, sin dar un paso atrás,
Al achicharrado atolón de Bikini.
No dejará de inspeccionar
Corriente oceánica posible,
Penetrarán sus ojos a los profundos bajos
De las cuencas de Melanesia y Roggeveen
Después, al llegar a casa,
Almorzará ostiones y berberechos
En su barrio de Shinjuku.
Katsuko Saruhashi:
Eterna mariposa de las aguas,
Hija de dioses sintoístas,
Maga de sombras y peluches,
Que se adentrará por siempre a las aguas,
Vestida de lupas y termómetros
Para perseguir
Entre los arenales de las planicies abismales,
Esa burbuja espantosa
De la radiación.
Desde los laboratorios del Observatorio Central
Donde cocías tus regaños
Sobre el cesio- 137 por los años 50,
Ya los gringos vigilaban tus estudios
Con un extraordinario telescopio terrenal,
Y rogaban a los cielos desde el Monte Rushmore
Para que desaparecieran de tus notas
Las 67 bombas nucleares explotadas
En las Islas Marshall.
Al fin, te moriste un día, geisha de la química
Primer expediente a una mujer científica…
Premio Miyake sinigual
Promotora de la Tabla Saruhashi,
Japón con Hiroshima y Nagasaki
Arrastradas como dos nalgas enormes
Por tu moño de cristal…
Señora nuestra,
Hija de gente sana
Amiga de multitudes nobles
Por eso hoy en día
Cuando la guerra nuclear
Es parte del entretenimiento de los hombres
Como un juego de monopolio;
Google te dedica un garabato
Para que nunca lo olvides.
LUCRECIA BORGIA
Puta hermosa y candidata
A ser emperatriz del mundo;
Lucrecia Borgia ha salido
Con su abanico emplumado
A caminar en silencio
Por las calles de Ferrara.
La gente la mira, y vuelve
La vista y sigue su andar
por la Vía Porta Catena.
Lucrecia por ser la única
Hija de un Papa incestuoso
La ha coronado la gloria:
Con dos bocas
Siete ombligos y diecinueve pezones.
Divina; sus muslos densos
Derrumban la ciudadela
Por su pelambre que baja
De los pechos hasta el vientre.
Cara triste y encogida
De pelo enmarañado y rojo
En un moño
Alto y esquivo,
Como Beatriz Portinari
Esperando eternamente
En un puente sobre el Arno.
Lucrecia y varias gaviotas pelonas
Surcan el cielo cobrizo;
Ella continua el camino,
Variando paso y mordida…
Un adiós como una raja
Perfecta en la noche tierna.
Noche que no ha descendido
Por las calles de Ferrara.
Ah, la duquesa perfecta,
La muerte embalsamada y loca
En el atuendo que lleva
Con una cruz y una tiara.
Lucrecia Borgia, el veneno
En el anillo de plata…
En el anillo de plata
En el anillo de plata.
MARIA CALLAS
Tu corazón se abre a la voz que recoge
Esta armonía y la lleva a un lugar imposible
Donde el sonido es parte de la altura infinita
Las alas de un pájaro
Se discuten los vientos.
Y esa voz que aglutina verbo con resonancia
-Cual flor que va eludiendo la oscuridad nocturna-
Vuelve y decae
Y vuelve a revivir de pronto,
Cuando la luz del día
En un hueco del mundo
Despliega silenciosa
Sus primeros albores.
Oh, María,influjo, María, resonante,
Gestos finos de enanos juntando las dos piernas
Para elevar una gota
Finísima de agua
Por las líneas que atan
Tu expresión a la lluvia.
Oh, María, desnuda sobre un peñasco prieto
Guarida de nubes que te atrapan
Y quieren arrimarse al ritmo
Que desboca
Una columna inmensa
De palomas volando
Oh María, Dalila, Lucia, Carmen, Flora
Norma, Leonora, Elvira…
Oh, María Violeta, Butterfly, Adriana
Canto de pitonisas
En sus ocultas cuevas
Desde la Grecia antigua
Desgarrando la historia
De una visión perfecta
Sobre la luna escasa
Del veinte de septiembre.
Tu voz se abre a
en mi alma
Mi alma alza el vuelo.
Mi extremo beso ensalzo al matiz
Inviolable de un aria
Parecida a la tromba de un relámpago…
Y es Dalila con tijera en mano,
El pelo desgajado del gigantesco macho
Más hermoso y voraz que las mismas tinieblas
De los hombres inútiles…
En París te tiraste a dormir tu descanso
Tu martirio secreto
Tu epopeya afligida…
El misterioso eco de un punto sin salida
Se trabó por las calles
Entre Medea y Santuzza
La ciudad iluminada de puentes y canallas
De tuertos y mendigos…
París de las maricas
Paris de los ladrones
Paris de las grandiosas avenidas azules.
Y yo como no tengo palabras
Que brindarte:
Me echo a llorar a solas
En un rincón oscuro
Arrastrando conmigo
Mis dudas y mis sueños.
MATAHARI
Está escondida detrás del entablado
De la casa vieja
De la Rue Saint Dennis.
Ella toda vestida de trapos suntuosos
Envuelta por la niebla de la noche de París…
En la mano carga
Un saco lleno de condones
Para aplacar las calenturas
De los viejos verdes,
Los ojos, saltones como un sapo toro
Buscan los chismes que guardan
Los gendarmes del Cuartel Nacional…
Andando siempre en puntillas
Matahari, como si fueras un fantasma,
Te vas retirando al ritmo
De un baile de odaliscas turcas
Hasta llegar al borde del río Sena
Donde una yegua bebe agua
Acompañada de un espía prusiano…
¡Ay nena, ay Margareta Gertrudis!
¡Acuérdate de Ganesha porque te van a matar!
Salta las verjas de las iglesias y los prostíbulos
Moviendo las caderas
Que las lleva pegadas a una ristra de cascabeles
Y platillos voladores
Porque es la única, la verdadera
La mujer, puta y chivata mejor conocida del mundo
Aunque la amen desde empresarios
Hasta furrumallas sin títulos ni glorias
la están vigilando hace siglos desde una torre
altísima en Falmouth…
(Los gallegos te registraron la vulva
Y allí encontraron tu culpabilidad)
Te advierto: pobre mujer de cintura de abeja
Y cabeza enorme como una negra egipcia,
Cuando caiga esta noche de octubre 1917
Estarás fría
Tan fría y seca
Que nadie podrá ayudarte a que dances
De nuevo en las pistas del Trocadero
La Salomé envelada
Por siete telas de mosquiteros y una tiara persa.
Todo será por gusto,
Porque en realidad, nunca abriste la boca
Para decir nada
Que no pudo haber sido vox populi,
Pero los franceses
Nunca han dejado de ser envidiosos
Y tú mostraste el cuerpo de tal manera
Y desparpajo
Que hasta Isadora Duncan se opacó
Bajo los trapos de sus danzas…
Por eso no te perdonaron
Por eso
La gente sigue hablando de ti
Como si fueras
La soplona excelsa de las tetas diminutas.
CLARETTA PETACCI
«Ningún gobierno puede amarte.”
– Jonah Goldberg
Atrevida que fuiste. Pelo rojizo
Ojos con el color de una pasa
Y los chorongos de pelo
Al estilo de un marinero triste…
Clara, Claretta, te aprendiste
Los versos huecos del discurso
De Benito,
Pero se te olvidó llevar en un bolsillo
De tu chaqueta Chanel
La careta para que no descubrieran
La facilidad de tu rostro.
Mientras Rachele lloraba su miseria
En un palacete de Roma
Buscando asesinos que te traspasaran
La yugular,
Te tumbabas como una perra
Sobre la barriga fofa de Il Duce
A pedir favores
Con tus calenturas decimononas:
No fue tanto tu culpa; no te engañes,
Él fue siempre así: asesino y morboso
La historia tuya es corta,
No tienes nada de Cleopatra
Y mucho menos de María Antonieta
Tu realidad es como una línea flaca
Que no tocará jamás los bordes del infinito…
Porque después de tratar la huida aquella noche
Del 27 de abril- Lago Como estrellado,
Alfa Romeo rojo, 6C Sport Berlinetta-
(Regalo de tu amante)
Los atraparon a todos juntos
los rubicundos partisanos de Dongo
Y Mezzegra;
Ni haber sido la hija del ilustre
Doctor Petacci – el único ser
Que le vio las nalgas a su Santidad Pío XI-
Te salvó del horror….
¡Los asesinaron a balazos!
Después los colgaron bocabajo en un armatoste
Que parecía más bien la púas del desangrado
De un matadero que una gasolinera.
Fue solo para exhibirlos sin piedad a la turba iracunda
Que hacía más de doscientos meses que los odiaba.
Cuentan algunos historiadores
Que ni muerta, Claretta Petacci, te dejaron gozar la paz
Del más allá:
Un anarquista se metió por un rincón
De la gasolinera
Y les meó a todos en la cara.
DALILA AD VICTOREM
Se había amarrado un trapo
A la cintura,
Descalza
Una mano sobre el pecho
La otra dirigiendo la ruta
Hacia el montículo donde celebraban
Los hombres,
Y donde el otro,
el del machete en mano, la esperaba.
El ruido del anochecer
Se contagió del olor a resina
Y vaho del desierto,
Ligado a un estruendo de cigarras
Abasteciendo el último sudor
De la oscuridad.
Caminó hasta la cerca de púas
Donde observo en silencio
Las huellas del hombre que la seguía de cerca:
Animal
Prodigio
Lento resplandor de estrellas
Aplastadas por el camino…
(Llevarían a cabo, los dos, una revelación)
¡No sentía miedo!
Los pensamientos ensartaban
Mensajes terrestres;
Otras veces, imágenes fangosas…
Ella iba
Venía; sombría la figura
Del otro
Machete en mano con desespero,
Buscando el tirabuzón de la gloria…
El nazareno infiel
Rompiendo votos contra su naturaleza
Negó la estirpe,
Colgó de un clavo las posibilidades,
Por lo que no hubo para él
Otro perdón…
Ella se metió en la casa, cueva, covacha
Arena y palidez unidas
Mientras el hombre medio dormido la esperaba.
Un beso,
Una voz
El corazón de un chipojo
La herencia de la ventolera:
¡Le llaman amor!
Cuando le preguntó en la calentura
de dónde provenía
Su potencia,
Le sopló el secreto: pelo, piso, palo, peña.
La besó de nuevo
Bajo el efecto de la espuma y el vinagre:
Y se quedó dormido
En la panza de un arcoiris.
Ella llamó al filisteo del sur, norte
Por la diagonal de Gaza
Que entró como un coyote
Machete en mano, macho, machorro…
Y de un solo golpe
Le cortó el moño enredado
De telarañas y orquetillas.
Después cerraron la puerta:
Pura, piedad de pena
Ella se levantó el velo
Y mostró unos pechos azules
Al la intemperie.
Por el camino arenoso de la aldea
Lloró agua podrida:
Y nunca más volvió a buscarlo.
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