Herida abierta.-


Imagen detenida en el tiempo,

a veces triste, a veces risueña.

Reloj sin cuerda, pino suave, fría piedra.

Vela apagada, rezo hacia dentro.

Rodilla en tierra.

Olor a flores, lágrima seca, rabia callada

Y ausencia.

Dulce oscuridad que conduce a la luz.

Vertiginoso camino que presientes,

ni ves, ni sientes, ni tienes cuerpo,

ni sabes por qué, ni a dónde, ni importa.

Vacío que desgarra el alma,

dolor que quema en el corazón,

pena que aflige los sentidos,

grito que no brota de la voz.

Ansias de poder abrazarle,

deseos de poder oír su voz,

soledad que no puede cubrir con su presencia

porque hace años ya, nos dejó.


Amiga mía.-

Disfrutamos el camino sin miedo al destino sin temor a separarnos. Juntas saboreamos los frutos inmortales que otros dejaron ansiosos de alimentar espíritus aventureros.

A lo largo de los años me visitaste sobre ruedas o me recibiste en aposentos más o menos elegantes. A veces cercana otras distante pero siempre presente, saciaste mi alma y mi mente dejando volar mis instintos. La vida nos convirtió en compañeras de viaje inseparables. Que nadie se atreva a pensar que lo nuestro no tiene futuro.

Mientras haya quien ame como yo acariciar lo escrito, el tacto de una portada y el olor que desprenden las hojas de un libro, alguien como tú le dará cobijo y velará su vuelta al estante, a su temática, a su siglo.

Tú y yo hoy no nos rendimos.

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