Sin fin.

La inmortalidad tirita

Infatigable dentro de tu pecho.

Navega la eternidad

En tu corazón

En un mar

De liquidas perlas.

Llevas la calma

De la noche

En tus ojos.

Tu mirar es puerto

De estrellas.

La flor desgarra

Su último suspiro

Entre tus manos

De cera.

Los átomos

Del sol clarísimo

Palpitan en las

Inquietas aguas

Del mar inquebrantable,

Como tu alma

En mi alma.

Orbitan luciérnagas

Sobre mi cabeza,

Sobre mi mirada

Incrédula, sobre mí

Mirada incrédula

Desfilan como estrellas

Inquietas.

Con sus finos dientes

Desgarran los átomos

Del sol clarísimo.

Enredan en su fuego

A la noche eterna,

En esta noche eterna

Tirita el cristal pálido

Que arde en el corazón

De la luna.

Ese pequeño e iluminado

Insecto iluminas las

Profundidades del alma,

De los océanos y

El corazón.

Suspendida entre

El Viento, su aleteo

Induce a un amargo trance.

La razón se quiebra

Al tratar de comprender

El propósito de

Su vuelo. Su andar

Por los reinos del

Aire, tejen

Palabras que enredan

Los destinos.

Navegar por tus ojos

De mar azulado

Es navegar por estrellas

Y otros mundos.

Ojos de noche eterna,

De cielo profundo,

Mirarlos es conocer

El alma de los ángeles

Y perderse en el paraíso,

Es como ver latir

La luna en un bosque

De zafiro.

Mirada poblada

De rosas y poesía.

Un ave de inmenso colores

Se posa en tu mirada

De mar cantando la mas

Hermosa de las canciones.

Y es cuando cierro

Mis ojos y sueño

Con el más profundo

De los mares, con paraísos

Perdidos y ángeles sobre estrellas,

Con la luna a lo lejos

Atravesando con sus rayos

De cristal la noche eterna

Y así es mi sueño, mirando tus ojos de

Zafiro.

Una tristeza cansada, mustia

Se enreda entre las sombras

De los árboles.

La noche como un manto sin fin

Cubre los campos donde

Duermen ya los lirios.

Los astros como una lluvia

Sin piedad, hieren incansables

Con su luz como lanzas

La carne, la sangre y mi alma toda.

Redes de antiguos pescadores

Se enredan en el tiempo,

En el en el fuego mismo

De las estrellas.

Una ventana se abre

Y promete nuevas tierras,

Y uno contempla

Trémulo a los

Terrenos del espíritu.

Un libro ilumina los caminos,

Los corazones, encienden el

Fuego eterno de las estrellas,

Da vida al alma que duerme

Dentro de la semilla,

Ordena el caos que se dibuja

En cada gota de lluvia que cae

y da vida al paisaje.

Da sentido al vuelo eterno

Del planeta sobre la nada.

Las palabras son ríos purpuras

Donde navega el canto de la

Golondrina.

Se posa el espíritu

De la noche sobre las

Copas de los árboles.

Un canto triste

Salido de los pozos más

Profundos del corazón

Acompaña a la soledad en

Su frio camino.

La vida tiene que ser más, tiene que ser más.

Hay un sin sentido, las flechas vuelan perdidas, no hieren, su destino es la carne y no lo alcanzan. Mientras las palabras anidan en el silencio.

La vida tiene que ser más, tiene que ser más.

El corazón helado de las estrellas se apaga en este cielo azul, la soledad se desborda delicada en el paisaje, un oscuro anhelo cuelga de la noche profunda.

La vida tiene que ser mas, tiene que ser más.

Una herida se abre desbocando el rugido de un rio furioso que ahoga la esperanza.

La vida tiene que ser más. Tiene que ser más.

Los arboles de ademan eterno cantan y se disuelven en la oscuridad. Se van para no volver más. Junto el viento se va y ya no vuelvan más.

La vida tiene que ser más, tiene que ser más.

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