No se trata de sed, se trata de hambre de bocados por tu cuerpo. De perder la cabeza de tanto insomnio que me provocan los sueños que llevan tu nombre. Que me desgarres la piel a tiras, que asi reconstruyas mi alma. Que mates de un tiro todos mis taboos y regalarte mi esencia libre y salvaje. Que nunca me enjaules y veas rugir el animal que llevo dentro. Así en los silenciosos más ruidosos escuches a gritos mi nombre. Te persigan mis besos, mis uñas trazando cicatrices por tu cuerpo, de esas que no duelen, que son un dulce recuerdo. Y que cada vez que mires el fuego nunca olvides aquella noche y la próxima en las que te envuelvo en llamas. La razón por la que elegirías el infierno antes que el paraíso, aunque solo sea por un momento. Por ese instante entre la espada, la pared y yo. Por que no he venido a quedarme, si no a dejar huella. Para que me busques cuando otras no te hagan tocar el cielo. Para que recuerdes la furia que un dia provocaste. Y es que ahora ya no somos nada, solo el polvo de unas cenizas que algunas noches recuerdan como fueron fuego.

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