Volveré a la tierra en silencio

Y bajo el eterno blanco añil

Dormiré despierto hasta la eternidad.

Como espartano inerte

Vendré desnudo sobre mi escudo

Sin más panoplia que mi honor

Y regresaré en paz

Al palpitante corazón

Del barro y el polvo.

Descansaré tranquilo

Bajo tu sagrado manto vegetal

Y ya dormido entre las ilusiones

Rezagadas en los intersticios de mi alma

Apagaré para siempre los pulsos de mi corazón.

Volveré inexorablemente

A tu cálido núcleo

Hogar del no retorno

Pradera del último adiós.

Me asiré sin miedo

A tu vientre natural,

Regresaré a tus entrañas

Como espada desnuda

Como silente centella de luz

Que se filtra por los poros

De la tierra madre.

Volveré a ti

Como la vieja flor

Que al caer besa tu piel,

A ti regresaré

Como regresan las aves del cielo

Para tejer en el suelo sus últimos nidos.

Marcharé hacia ti

Como marchan las hormigas

Para perderse en el subterráneo mundo

De sus montículos,

Volveré con mi corazón de humus

Y mi espíritu de hojarasca seca

Para fertilizar tú suelo.

Regresaré alegre a tu lecho de rocas

Como traslucida esmeralda

Como encendido granate.

Volveré al principio

Y me tibiaré las manos frías

En la cálida zarza de tu alfa y omega,

Luego de este diluvio de vida

Comenzaré de nuevo

Confiado en tu palabra y

Viajaré a tu encuentro

Tellus de mi existencia.

Me iré con la serenidad

Del ocaso de una estrella vencida

Y como un mar sin olas

Dejaré mis fugases huellas

En un sendero de espuma.

En un carrusel de arcoíris

Descansaré para siempre

Y el sol adormecido en mis ojos

Fragmentará mi último aliento

Para ser fuego sagrado

Magma celestial

Savia de recuerdos

Transportada por el xilema de Dios

Hacia nueva vida.

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