Mira que ironía yo no vine a escribir, sino a leer poesía

Pero leer sus poemas me hace sentir distinto.

Es como si la conociera desde tiempos inmemorables.

La imagino siempre puesta, ante el mundo muy abierta.

Con sus ojos tristes sin motivo y una sonrisa siempre bella, quizá con hoyuelos en sus pómulos y su cabellera negra.

La mujer a la que escribo, la conozco por sus letras.

Ojala un día yo pudiera conocerla.

En su escritura me ha contado de otros mundos y si en realidad existiera la posibilidad de verla?

Quién será dueño de sus letras?

Quién es él que la desvela?

Debe ser mágico compartirle mi tristeza y juntarlas algún día en una conversa.

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