I
Yo sé que tú eres mía, toda…
Llena de cascabeles y amapolas.
Desde las puntas de tus pestañas
Hasta las manos y el alma.
Yo sé que tú estás en todos lados,
Siguiendo mis pasos.
Yo sé que vuelas en mis sueños,
Rodando en mis lágrimas, cuando te llamo…
Yo sé que tú eres mía, toda.
En la luz del alba, entre las sábanas,
Surgiendo fresca en cada aliento,
Muriendo tibia en las almohadas.
Yo sé que tú eres mía, toda,
Llena de cascabeles y amapolas,
Subiendo en mis palabras,
Arrancándome llamas, haciéndome vibrar,
Sometiéndome a tus ansias.
Yo sé que tú eres mía, toda,
Cubierta de palomas y mariposas.
Y voy sembrando alas con mis poemas.
Y van creciendo rosas…
II
A veces, en la triste reflexión de mis desvelos,
juntando de a pedazos la esperanza,
contemplo, perdido y somnoliento,
la tarde que al calor del sol, se abraza…
Retengo en mis pupilas, tus pupilas.
Y encuentro entre tus besos,
Clavados como lanzas,
los últimos latidos estridentes,
de este amor…que pasa.
Que se lleva la luz,
Que arrastra mis ansias,
Que arrebata mis manos,
Que las convierte en garras,
Para arañar tu pecho,
Para mitigar mis ganas,
desatadas en avalancha
de
silencios y gemidos,
de este amor que pasa…
III
Mi amor, amor, se ha confundido.
De tanto quemarte, se ha quemado,
No puedo decirlo, sin decirte,
No puedo dejarte, sin dejarlo.
Mi amor, amor, se ha trastocado.
Ya no sólo es un amor, es mil amores,
Hechos de noches y de manos,
Que deshechas, se buscan
Y se encuentran, como náufragos…
Mi amor, amor, se ha confundido.
De tanto lastimarte, ha sangrado,
De tanto golpearte, está marcado,
No puedo tenerte sin sentirlo
a mi corazón…bien aferrado.
Mi amor, amor, se ha confundido…tanto,
Que no sé cómo explicarlo.
Se balancea entre tus besos,
Se ilumina en tus párpados,
Se hace sombra entre tus senos.
Y es la luz…cuando te amo.
IV
Tal vez, ya es tiempo de declarar
a este amor…oficialmente muerto.
Le dimos muchas noches
de llantos y de olvidos,
de manos que se aferran
y sueñan con latidos.
Lo colmamos de dicha,
le pintamos la boca,
con besos que quemaban
con una pasión loca.
Le clavamos mil lanzas
de mordiscos y penas
lo amarramos al viento
para que siempre cante,
lo llevamos en brazos,
lo arrullamos,
lo llenamos de mimos,
lo apretujamos…pero, pero no lo entendiste.
Se gastó tu mirada y ya no la encendiste.
Se secó tu confianza y no me comprendiste,
Se alejó la ternura y no la reviviste.
Se nos murió la magia, el calor,
la alegría y nada, nada tuvo entonces
el hermoso valor de vivir contigo nuevamente, otro día.
Tal vez me equivoque.
Tal vez esté en lo cierto.
Tal vez tan sólo es tiempo de declarar, a este amor…oficialmente, muerto.
V
Ha quedado mi amor,
encallado en la playa,
como un barco sin suerte…
Destrozado. En el aire,
Como un pájaro tibio, sin sol,
sin esperanzas…
Se me escapa la tarde,
se dibuja la noche,
va rodando la vida
y yo estoy en dos aguas,
contemplando, perdido,
cómo mueren mis ansias…
¿Cómo explicar ahora, este llanto callado…?
¿Cómo encontrar entonces,
lo que tú no me has dado,
aquello que despacio, arañado de besos y de horas,
se ha ido…arrullando, los sueños gastados?
Ha quedado mi amor,
encallado en la playa,
como un barco sin suerte,
desbordado de miedos,
maldiciendo tu nombre,
entregado a la muerte…
VI
No juegues con las horas…
No mires los minutos…
No entretengas mis manos
con el calor de tu piel que ansío.
No te burles de mis ojos
que contemplan los tuyos,
ilusionados…
Sabiendo de antemano
que tú y yo y un posible amor, es absurdo…
Espera, no te vayas.
Déjame decirte…
Nada.
Quiero gritar las noches que, soñando,
en mi almohada desangré mil lágrimas…
Espera, da la vuelta.
Apiádate de mi alma.
Tengo, si quieres, por tu cariño, el mundo.
No. No te vayas…
Todo para ti.
Este poema y el brillo
del cielo que nos ampara…
Quiero decirte…
Nada.
VII
Acaba de pasar la lluvia
llevándose el grito de un pecho
destrozado…
Busco, entre los pliegues de la luna,
en el atardecer que se diluye,
el olor, el calor o la frescura de tus manos.
Acaba de nacer la calma,
despojadas las nubes
del violento rayo.
Detrás de cada gota,
tendida entre las flores,
recuerdo tu ternura y callo…
Porque no debo decir
Lo que he perdido,
No puedo sangrar lo que te llevas,
no voy a morir cuando te vayas.
Apenas si pondré
mi corazón, partido,
entre tus brazos…
VIII
Yo quisiera, lo juro, que este amor me matara,
con cuchillas de hielo.
Quisiera que en las venas, abiertas, brotaran
los recuerdos…
Como si fueran letras de canciones, con formas y con vuelos
de palomas y risas.
Más allá de todos, más allá del viento.
Arrasadas, simples…Convertidas, luego
en rayos de sol y claves y senderos.
No concibo nada que no tenga tu nombre.
Nada sin la forma de tu cuerpo.
Estás en cada cosa
en la que creo y sueño.
Por eso…mi amor, mi caracola, mi espuma,
Mi mar y mi velero.
Mi brisa, mi tormenta.
Mi guía, mi lucero.
Mi isla, mi ancla, mi caldero.
Mi lágrima, mi risa, mi grito.
Mi susurro, mi gozo y mi locura.
Mi luz y mis gaviotas,
mi roca, mi ola, mi playa,
mi madero…Yo quisiera, te juro,
Que este amor me matara, con cuchillas de hielo.
Para morir despacio
Y renacer de nuevo.
Convertido en caricia, sobre tu piel, eterno.
IX
Ella dejó secar sus lágrimas
y se vistió con ropas de un olvido.
Calzó sus pies pequeños, con una despedida
y se envolvió los labios de delirio…
Se fue despacio, perdida en mil recuerdos.
Y entre un ayer que acaso, no ha existido,
se marchitó su piel con los aromas
de aquel amor
que sólo fué maldito…
Encontró en su camino de esperanzas,
algún atardecer de tibias emociones
y consiguió, cargada de ternura,
que el dolor de no tenerlo,
se hiciera mil canciones.
Ahora escucha, sentada frente al mundo,
Cómo los pájaros le traen sus poemas
y relee las frases más hermosas,
las cuales, hace tiempo,
soltaron sus cadencias…
Ella volvió a sonreír y a veces, a soñar
con sus ojos que la miran desde lejos.
Recuerda, aunque no quiera, sus abrazos
y tiembla al intentar sentir de nuevo,
aquellos besos…
X
Voy a tratar de ser
lo más suave posible
para matarte y morirme.
Para decirte adiós
Y soportar que te marches…
Voy a tratar de que el viento
no me desgarre
como a los árboles en plena tormenta,
cuando me mires
casi sin entenderme…
Voy a tratar de ser
lo más suave posible,
para decirte que aún te amo
pero que no quiero escuchar
lo mismo de ti…llorando.
Voy a tratar de que no vacilen mis pasos
al separarnos.
Mientras la noche
y
la ciudad
me ocultan.
Como a un asesino despiadado…
XI
Y llegó de pronto, la tristeza.
Sin anunciarse siquiera.
Trae en su rostro, pintadas,
sobre un fondo gris,
dos lágrimas.
Su cabellera suelta, brilla
como las estrellas
que me preguntan si aún te amo
y yo no entiendo…porqué me dejas.
En su vestido de noche,
los vuelos se asemejan a mis palabras.
Bailan en ellos, gimen, te esperan
hasta el fin de los tiempos
y te extrañan.
Como mis labios y mis manos,
como mis días interminables,
como mis pesadillas,
como mi sangre…
Habla y su voz tiene el sonido
de tu voz.
Habla y su voz tiene el sonido
de la lluvia
que me moja
y me lastima,
que me hiere
y me acongoja.
¡No quieras explicar las razones del olvido,
no intentes convencerme
que nunca me has querido…!
Dile solamente, te lo pido,
a la tristeza, que me ciegue y por favor…
que se marche.
XII
Callar por lo que siento,
dejando que mi boca se entreabra
sin emitir sonidos.
Los ojos que no me dicen nada
y también callan
los sentidos…
Las manos que se aquietan
y se tienden,
el pecho se detiene,
la piel que se sonroja,
las lágrimas se vierten.
El aire se congela, la lluvia
que se duerme.
Las nubes se oscurecen
y el río que se seca.
La calle que no tiene
ni pasos, ni gemidos,
ni risas, ni las voces
que tanto se han querido,
gritando sus historias
de amores y de olvidos.
Ya nadie me recuerda.
El otoño ha venido.
Las hojas se han secado
en ramas de suplicios…
Un corazón se quiebra,
un beso se ha perdido.
Callar por lo que siento.
Morir por lo vivido…
XIII
Amar, hasta quedarnos sin respuestas.
Amar, hasta que nos duelan las palabras.
Hasta perder el sentido de la noche,
hasta que sangren las caricias.
Amar, hasta que el beso nos condene.
Amar, hasta que el llanto nos lastime.
Hasta que vislumbremos el misterio
que nos cobija, en la absurda soledad.
Amar, porque ya es tiempo de marcharnos.
Amar, porque no importa la locura.
Para justificar estrellas cada noche
y para alimentar tu nombre y tu ternura.
Amar, sin miedo y con sorpresa.
Amar, ante la duda de olvidarnos.
Para que nos ciegue el optimismo,
para no perder la luz del mundo,
para grabar nuestro epitafio.
Amar hasta morir.
Hasta que tu sueño me lleve
y me asfixie, sin prisa.
Y sin descanso.
XIV
Has dejado tus ojos
prendidos
a mis espaldas
y siento tus caricias
recorriendo mi alma.
Como un río de fuego.
Como un grito en el viento.
Como un llanto en la noche.
Como lava candente, como flamas…
Giro desesperadamente,
buscándote en la mañana…
Y el silencio me asfixia
y las sombras me abrazan.
Vete, si no tienes piedad
de estos gestos vacíos,
de estos besos marchitos.
Vete. Como si me olvidaras…
Como si hubieses muerto.
Vete, fantasma…con tu nada!
( Y déjame este poema absurdo… Qué aún te llama.)
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