Estaba acostumbrada a convivir con la muerte, pero jamás imaginé que vería tres vidas desaparecer al mismo instante.

Los vi en la sala de espera intentando llenar los formularios de admisión, intentando actuar como adultos. Sentados uno al lado del otro; nunca vi dos personas tan alejadas. Ella buscaba en él refugio, el apoyo de alguien que no tenia nada que ofrecer. Él quería correr. Las mochilas que normalmente usaban para llevar sus libros a la universidad, ahora cargaban medicamentos, un cambio de ropa, exámenes de sangre y el positivo que los había invitado a esa cita en el quirófano, la ultima cita que tendrían como pareja.

Se notaba que llevaban varios días de insomnio, aunque el procedimiento era casi de rutina seguía siendo ilegal, y el órgano que más sufre en estos casos es la conciencia. Ella personificaba el miedo, él se ahogaba en la culpa. Quería acercarme y darles fuerza, pero las palabras sobran para almas tan rotas.

No hay lugar que destape más la imaginación que un hospital, sin buscarlo, las cabezas se llenan con imágenes macabras e historias de terror, pacientes y familiares visualizan la película de cómo serán sus vidas si todo sale mal. Mi corazón se rompía con los suyos. Mi corazón siempre se rompe en este lugar.

-Todo salió bien- dije apagando la luz.

Despertó con lagrimas en los ojos. -¿Cómo te sientes?- La escuché susurrar conteniendo el llanto mientras yo preparaba la habitación para la llegada de otro paciente. Acostada en una camilla fría, con una bata que apenas cubría su cuerpo y después de haberse sometido a la extracción de un pedazo de su alma, su primera preocupación fue él.

Él apretó un puño y pude ver la ira en una esquina de su boca. -Eres demasiado valiente- Respondió con la voz quebrada y ganas de tumbar la pared a puños. Bajó la mirada. No soportaba el dolor de verla a los ojos, de cruzar miradas con un corazón cuyo mayor defecto era amarlo más de lo que él se amaba a si mismo, amarlo menos de lo que el se odiaba.

La acompañé al baño mientras el doctor intentaba darles las ultimas indicaciones. Pronto se irán a casa, con el peso de una cirugía que no deja cicatrices pero si una marca profunda. Él intentará no separarse de su lado, aunque ya la había abandonado hace tiempo. Ella seguirá llorando ese amor que nunca fue, ese amor que por pocos días vivió en ella. Seguirá amando a hombre y luz, aunque nunca tuvo a ninguno de los dos.

Jamás imaginé que vería tres vidas desaparecer al mismo instante. El momento en el que ella abrió los ojos, tres vidas se acabaron mientras empezaban a vivir. Ella lo recordará siempre, rodeada de gente cerrará los ojos y sentirá en su vientre el vacío, la soledad que él sembró. Él buscará nuevas formas de castigarse en cuerpo y espíritu, confundiendo sufrimiento con redención.

Llegó otra pareja, me recompongo. Es hora de apagar otra luz.

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